.... la luz de los amaneceres, el colorido de sus campos en las diferentes estaciones del año, el trinar de los pájaros, el aroma a pino, tomillo y romero, el mecer del viento sobre la cebada del mar de La Mancha, los alimentos naturales y artesanos, los girasoles, la acogida de sus gentes, la perdiz, el conejo y las ardillas reconociéndose, las rapaces en busca de su presa, los paseos nocturnos bajo la Vía Láctea que servía de guía a la Orden de Santiago, las Cuencas Romanas, el Río Záncara, las cuevas y las minas, las formas calizas caprichosas creando figuras,  el deporte con la Legua Castellana, La MTB y La Iranzada, las matanzas, las gachas, los zarajos, las tortas, magdalenas, los borrachos y rosquillos, el aceite y la miel,  los mercados solidarios, la vida sosegada, lo natural, la agricultura, apicultura y ganadería sostenibles, la huerta, los gallos, los corderos, las cerezas, ciruelas, nueces, higos, las almendras y pistachos, Los Mayos, San Isidro y Santa María de la Cabeza, las vueltas a San Antonio, El Doble Corpus y la Semana Santa y en torno a todas esas experiencias, la historia viva de un pueblo salvaguardada en el Museo Miguel Lucas de Iranzo....